sábado, 18 de octubre de 2014

Si tú supieras.

Ay si tú supieras que sus labios se adueñaron de los míos mil veces y siguen haciendo de las suyas cuando, de rincón en rincón, se abalanza sobre mi para sorprenderme nuevamente con esa calidez y desenfreno propias de él.

Que cada vez que estamos frente a frente nuestras miradas se cruzan se llaman a gritos diciéndose en silencio las ganas que se tienen. Que cuando por fin sus manos me rozan, mi piel se eriza y una descarga recorre mi cuerpo en milésimas de segundo.

Tampoco sabes que nunca pierde la oportunidad de rodearme con sus fuertes brazos y apoyarme contra su pecho para terminar sobre él y, a sabiendas de lo que va a venir a continuación, me engancho de su corbata absorbiendo su perfume y entremezclando nuestras lenguas. Nuestros encuentros son pura poesía y por esta razón siempre me susurra  esa frase tan suya: '' cada vez te leo con más ganas''.

Un café para dos,
una ducha compartida,
la psicosis momentánea,
un ''hacernos sentir un ratito feliz''.

A veces le extraño tanto que me iría a dormir sin pijama una noche de invierno, pero cuando nos cruzamos y su mirada, en silencio, me dice lo mucho que me piensa, el remordimiento de la soledad huye con sus botas a pasos agigantados.

y ahí sigo yo contigo, pero sin ti.
y ahí sigues tú viniendo a por mi.

lunes, 10 de febrero de 2014

Como si fuera nuestro último día en la Tierra.

Por esas terribles circunstancias de la vida tienen que separarse.
Ellos saben que está mal lo que hacen, que no deben,
y eso les hace caer más en la tentación.

Pero a pesar de todo...
siguen cometiendo el mismo ''error''.
El que les llevó a disfrutar de la oscuridad latente
entre dos caminos que se cruzaban en aquella apartada carretera.

''Como si fuera nuestro último día en la Tierra'' dijo Él,
y clavó con saña su fogosa y desnuda mirada en los ojos de Ella
que cayó rendida ante sus penetrantes ojos pardos.
Bastan solo dos miradas para saber lo que anhela el uno del otro.
Se complementan. Lástima que no se conocieran a tiempo.

Él tenía la culpa de todo, Ella tenía la culpa de nada.
Pero ambos, sabedores de la locura que estaban obrando,
impulsados por la lujuria quisieron olvidarse de esa traba
que les impediría seguir con su bendita imprudencia.
Y del vedado juego pasaron al codiciado riesgo.

Él rodeó con sus brazos su eterna cintura, 
la aferró como si su vida dependiera de su tenue balanceo.
Y Ella se agarró a los oscuros cabellos de Él
dejándose llevar por las caricias que éste la regalaba,
mientras Él lentamente la acercaba más y más contra su pecho.

Con arriesgada delicadeza la sienta en sus rodillas y la besa.
Él repara en que sus travesuras alimentan ese deseo,
que se deja ver acompañado por el temblor
que recorre las piernas de Ella,
cuando lentamente se van abriendo
para volver a dejar que Él pase.

Y se amaron, se amaron con mucha ternura y pasión,
Y es que tanta ternura y pasión hacen que las almas se confundan.
Mientras, eufóricos dejaron que sus almas se escaparan juntas.
Y la Noche se encargó de justificar su encuentro.

Pero el contratiempo de estos amores lascivos
es que acaban todos caducando.
Él la utiliza como una muñeca de trapo y Ella lo sabe.
Es igual, piensa Ella, dócil y tierna muchacha,
pero en el fondo sabe que el Dolor, más bien temprano que tarde,
le hará una visita un tanto fastidiosa.

Mientras tanto... ellos siguen errando.

sábado, 18 de enero de 2014

Puede que nos cansemos.

-Podríamos dejarlo ahora y nadie saldría herido.
-Sí, pero creo que si lo dejáramos ahora yo saldría herido.
-Así que pase lo que pase… ¿Alguien saldrá herido?
-Puede que no, puede que nos cansemos.
-Dios... espero cansarme de ti. Te tengo en mi cabeza, eres lo único que tengo en mi cabeza cuando me despierto cada mañana, te tengo en la mente antes incluso de abrir los ojos.
-¿Y en qué piensas?
-Eso depende… si es un día en que no sé si voy a verte estoy ansiosa buscando excusas para ir a la ciudad a verte.
-¿Y cuándo sabes que nos veremos?
-Esos días estoy calmada y me odio a mi misma.