Ay si tú supieras que sus labios se adueñaron de los míos mil veces y siguen haciendo de las suyas cuando, de rincón en rincón, se abalanza sobre mi para sorprenderme nuevamente con esa calidez y desenfreno propias de él.
Que cada vez que estamos frente a frente nuestras miradas se cruzan se llaman a gritos diciéndose en silencio las ganas que se tienen. Que cuando por fin sus manos me rozan, mi piel se eriza y una descarga recorre mi cuerpo en milésimas de segundo.
Tampoco sabes que nunca pierde la oportunidad de rodearme con sus fuertes brazos y apoyarme contra su pecho para terminar sobre él y, a sabiendas de lo que va a venir a continuación, me engancho de su corbata absorbiendo su perfume y entremezclando nuestras lenguas. Nuestros encuentros son pura poesía y por esta razón siempre me susurra esa frase tan suya: '' cada vez te leo con más ganas''.
Un café para dos,
una ducha compartida,
la psicosis momentánea,
un ''hacernos sentir un ratito feliz''.
A veces le extraño tanto que me iría a dormir sin pijama una noche de invierno, pero cuando nos cruzamos y su mirada, en silencio, me dice lo mucho que me piensa, el remordimiento de la soledad huye con sus botas a pasos agigantados.
y ahí sigo yo contigo, pero sin ti.
y ahí sigues tú viniendo a por mi.